AÑO NUEVO

Cuentan que en un pueblo había un anciano con fama de sabio. Un niño, queriendo probar que no era tan sabio como decían, pensó para sí mismo: “encerraré un pajarito en mis manos, y le preguntaré si está muerto o vivo. Si me dice que está vivo, lo apretaré para matarlo; si me dice que está muerto, lo dejaré volar”.

Cuando se acercó al anciano y le preguntó si el pajarito estaba vivo o muerto, el hombre aquél lo miró profundamente y le contestó: “Mira niño, ese pajarito está en tus manos. Si lo aprietas, muere; pero si lo dejas salir, volará”.

Hermanos, Dios puso la vida en nuestras manos y nos hizo arquitectos de nuestro destino. ¿Qué piensan hacer este año nuevo? ¿Qué clase de hombre o mujer quieren ser al terminar el próximo año? Para esto necesitamos hacer examen de conciencia. El examen es una atención suave y afectiva del corazón: ver cómo y por dónde está pasando Dios en nuestra vida. Es ir viendo cómo ha sido su voz y cómo es su paso. Esto nos hará ver si estamos de su lado, y nos ayudará a tener la vida en nuestras manos.

¿Hay algún cristiano con quien estés enojado o amargado, a quien ya no le hablas? ¿Alguien de quien eras amigo una vez pero con quien has permitido que alguna ofensa convierta a tu amigo en enemigo?

Escuchemos a Pablo: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándonos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:31-32)

Decidamos hoy, que vamos a hacer todo lo que podamos con la ayuda de Dios, para edificar puentes en vez de muros entre nosotros y los demás, y así poder llegar a otras personas.

Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Ahora que termina este año queremos darte gracias por todo aquello que recibimos de Ti.

Queremos ofrecerte cuanto hicimos en este año, el trabajo que pudimos realizar y las cosas que pasaron por nuestras manos y lo que con ellas pudimos construir.

Quisiera terminar este año llamándolos al amor fraterno, recordando las palabras del Señor: "Amaos los unos a los otros." Terminémoslo en Cristo… y empecemos uno nuevo, lleno del amor y la misericordia de Dios nuestro Señor.

¡Señor, danos un año feliz y enséñanos a repartir felicidad!

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