
Él te hablará y te guiará en medio de las tempestades de la vida. Pero debes abrir tu corazón a Él, estar atento a su respuesta. Lo que veas y oigas en la mente y en tu corazón, con los ojos y oídos del Espíritu Santo, será la respuesta a tus súplicas. Será tu consuelo y te traerá paz.
Pero sobre todo recuerda que la mejor forma de acercarnos a Jesús es tender la mano a nuestro prójimo, "porque tuve hambre, y me diste de comer; tuve sed, y me diste de beber; fui forastero y me recogiste; estuve desnudo, y me cubriste; enfermo y me visitaste; en la cárcel y viniste a mi" (Mt. 25:35-36)